La bella bruja…
En la época del virreinato, en la Villa de Córdoba, Veracruz, vivía Soledad. Era una mulata sin familia y muy bella. Dicen que era hechicera, pero ella sólo hacía el bien, ayudaba a la gente e inclusive iba a misa. A pesar de eso, se rumoraba que estaba casada con el diablo y que inclusive la habían visto volar en una escoba. El acaudalado Martín de Ocaña le ofreció regalos a cambio de que accediera a darle su cuerpo. Ella se negó y el despechado la acusó de brujería ante la Santa Inquisición. La enviaron a la Ciudad de México, donde la condenaron a muerte. Soledad le pidió a uno de los guardias un carbón con el que pintó un barco en la pared. Cada vez que el celador iba a checar cómo estaba, la mulata le preguntaba qué le hacía falta y el respondía: el mástil, las velas, hasta que dijo: “navegar”, y en ese momento Soledad se subió en el barco de la pared y comenzó a navegar hasta el rincón y desapareció.