Jalisco y el niño
En Guadalajara, Jalisco, nació Ignacio Torres Altamirano, quien –desgraciadamente– le tenía pánico a los lugares cerrados y a la oscuridad. Por ello, a la hora de dormir, sus padres dejaban la luz encendida y las ventanas abiertas de su cuarto. La fobia llegaba a tal grado, que ni siquiera podía ver una sombra. Murió a los cinco años y fue enterrado en el Panteón de Belén. Poco después de haber sido enterrado, el velador del panteón se espantó al encontrar el cuerpo del niño sobre la tumba. Les avisaron a sus padres y volvieron a sepultarlo, pero sucedió una y otra vez durante varios días. Ante eso, se decidió dejar el cuerpo fuera del ataúd para que no le tuviera miedo a la oscuridad y pudiera descansar en paz. Hay personas que dicen haber sido testigos de la aparición del “Niño Nachito” y escuchado su voz. Por lo menos, la gente asegura que se siente la presencia del infante.