La memoria empieza a envejecer alrededor de los 40 años: se altera la capacidad de denominar nombres y fechas (anomia), que aunque tarde, acaban por recordarse. En cambio, en el Alzheimer ya no se recuperan los recuerdos recientes y la persona no se percata de su situación. Se dan casos en que al fallar la memoria y no encontrar ciertas pertenencias, aseguran que han sido robadas.
Otro de los síntomas característicos es la desorientación, de modo que el paciente puede perderse en lugares habitualmente bien conocidos por ellos.