La Zarina Catalina II La Grande, de origen prusiano, pasó a la historia no sólo por ser una gran gobernante del imperio ruso, sino por su apetito sexual. Se casó con el duque Pedro, nieto del zar Pedro el Grande, quien era heredero al trono ruso. Sustituyó a su esposo con nobles y cortesanos que le daban el placer que su marido nunca le dio. Se dice que tenía relaciones sexuales seis veces al día, pero antes de que tocaran su cama debían pasar por las manos de Miss Prota, cuya labor era llevarle jóvenes hermosos y examinar sus capacidades sexuales. Si ella determinaba que eran aptos, pasaban a formar parte del harén de la emperatriz. En la Segunda Guerra Mundial, unos soldados descubrieron en el palacio de Tsárskoye Seló una “habitación de sexo”, en la que Catalina tenía juguetes sexuales como vulvas y penes tallados en madera, consoladores y un mobiliario que hacía alusión a algunas escenas eróticas. La leyenda dice que murió al ser penetrada por un caballo.
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